domingo, 17 de abril de 2022

PROAMAR, LA ISLA PERDIDA

Hay una esquina en chipiona
con barriles llenos de manzanilla
dónde pueden verse, en las noches con luna,
espíritus vestidos con algas y harapos,
según dicen algunos que son atlantes.


Como si fuera una isla pirata
las autoridades huyen del sitio,
por la crueldad de sus moradores,
impíos e infieles, ávidos de aventuras
y con rudas intenciones.


Viejos lobos de mar.


En proamar las palabras vuelan
como balas de bucaneros.
Si en su camino te cruzas,
saldrás herido. Y que la suerte te
acompañe cuando te cure el doctorcito.


No es raro encontrar un barco fantasma
en sus alrededores, que tras lidiar
contra las tempestades haya sido guiado
por el brillo del moscatel dorado, auténtico
faro de las almas perdidas.


Las fotos de sus corsarios decoran las paredes
¡Cuidado!, ¡no te acerques!, ¡no te fies!,
porque el que entra en proamar, jamás sale,
y sus almas revolotean como hadas
alrededor de cada copa de buen vino.


En proamar las batallas son risas
y las risas son cañones. Ven y tómate
una cruzcampo, fresquita, y deja que
disparen salvas piratas en tu pecho.



Posdata:
No esperes ni de coña, seas alcalde o concejal
de Cádiz o de Sevilla o del mismísimo Madrid,
que te inviten a una copa de moscatel.
Está prohibido.